Ser paciente como la tierra que aún así del dolor y el sufrimiento, no enseña los dientes y se abstiene de gritos innecesarios. Ser indiferente como el agua y su pureza, que aún sin estabilidad, llega a todo quiera o no. Ser hipócrita como el viento al ser libre y justo, que nos deja beber de él a cambio de la falsa esperanza día a día y ser impredecible como el fuego, amar la tranquilidad para que una vez hallada para luego no dejar rastro de nada.
Buscar en la fría oscuridad paz y tranquilidad acabando así por las estrellas a la espera de una respuesta, y sino no perderse entre tanta marea, recordar que detrás de cada grito de desesperación, cada angustia con o sin justificación, hay luz, el calor de un nuevo día que empieza a la vez que nuevas oportunidades para devolver una sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario