Pobre muchacho, débil de carácter, ni si quieras supiste lo que es la infancia y la felicidad. Tan triste era tu mirada que ahora ha perdido toda su luz, sólo el conocimiento es aquello que aviva ese recipiente carente de emociones y con esto declaro que tú, el conspirador velado te equivocaste al mantener en silencio tus verdades y tu falsas sonrisas, ahora aprende la lección.
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