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7.25.2011

VIII

Infante obligado a madurar muy pronto junto al séptimo, a diferencia que los demás, tú no eras ningún soñador, no esperabas, no pensabas, simplemente actuabas. Aunque se te privó pronto de tu enorme corazón, tu espíritu sigue allí, como una llama que nunca se apaga, que no desaparece por la falta de oxígeno ni por el perder fuerzas, grande e impresionante como una ráfaga de llamas danzantes.

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